Recorrió el pasillo con la vista fija en el suelo para no
tropezar, empeñada en no encender más luces que pudieran romper la penumbra de
la casa. El lejano brillo de la luz de su habitación a sus espaldas bastaba
para alargar las sombras de la totalidad de objetos inanimados que descansaban
sobre la cómoda del pasillo. Sintiendo un escalofrío a su paso, miró de reojo
la pared vacía que coronaba la cómoda donde, hacía algunos meses, había colgado
un enorme espejo enmarcado en forja.
― ¿Diga?
― Hola.
― Hola. ¿Quién es?
― Soy Lucía.
― Lucy… ¿pero tú sabes qué hora es?
― Lo sé.
― Dudo que lo sepas. ¿Qué ocurre?
― Acabo de soñar contigo.
― Y tu explicación no podía esperar a mañana, ¿no es cierto,
hermanita?
― No.
― Puffffffffffffff ― resopló Eulalia.
― He visto tu espejo.
― ¿En sueños? ― espetó Eulalia en tono sarcástico, casi burlón.
― Sí Laia, en mis sueños. ― dijo con normalidad Lucía.
A pesar del esfuerzo de Eulalia por no estremecerse al
escuchar la palabra espejo, no pudo evitar sentir un pinchazo agudo recorriendo
su columna desde el cuello hasta la parte indigna de la espalda. De nuevo
visualizó aquella imagen reflejada en el espejo mientras ella se miraba de
frente: aquel horripilante monstruo no podía ser ella.
... Continuará ...
Les dejo el enlace al anterior capítulo pinchando en la imagen de Eulalia aquí abajo.
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