Hoy vamos a hablar de curiosidades, pero no de esas que
dices... qué interesante, sino de esas que te ríes y piensas cuánta
razón, y que nadie más se dé cuenta… Pero lo que no vemos es que sí, alguien
más se da cuenta. Todo el mundo se da cuenta. Todos, menos el que lo hizo. Una medalla para ese héroe.
¿Por qué cuando buscas una papelera no ves ni una?
Por alguna extraña razón, ayer no fui capaz de encontrar una
papelera en, al menos, un kilómetro a la redonda. Tan solo quería
tirar un chicle. Me cansé de mascarlo pero está feo tirarlo al suelo. Más que
feo, es una auténtica cochinada o, dicho finamente, poco cívico. Pero no había
papeleras. Ni una. Ni de lejos, ni llenas ni vacías. No había. Al final tuve
que lanzarlo en un contenedor previa duda de si lanzarlo al de
orgánica o al de plástico. Eso sí, en cuanto me hube deshecho de él, tan pronto
giré la esquina tomando el inhóspito y solitario paseo que rodea los últimos edificios
construidos en mi ciudad (los pisos siguen sin vender y están vacíos), pude
contar alrededor de 15 modernas papeleras (una cada dos árboles para ser más
exactos) en un recorrido de no más de 200 metros . Vacías.
Todas vacías. Como la calle. Como los pisos.
El mismo criterio de “todas en uno y ninguna en cien” podría
ser aplicable a tantas otras circunstancias como la búsqueda de una gasolinera
en momentos de necesidad, llamadas a tu móvil (cronológicamente coincidentes en
el mismo minuto del día), etc.
Productos con dificultad añadida
¿Habéis probado últimamente a abrir una lata de mejillones
(por poner un sucio ejemplo) en escabeche? El que inventó tan genial invento
(válgame la redundancia) era un inventor con muy mala leche (me disculpen
ustedes y me disculpe el inventor). Algo debió pasarle momentos antes de tan
ingeniosa idea y a cambio nos imprimió su invento cargadito de rabia y
venganza. Porque es como una venganza oiga… Conseguir abrirla sin mancharte y
salir airoso manteniendo los cinco dedos de tu mano ilesos es misión casi
imposible, diría yo.
El mismo criterio de “abrir o morir” es aplicable a bricks
de leche, zumos, paquetes de azúcar, arroz, calamares en su tinta y un largo
etc (aunque unos manchen más que otros).
Petición: Quiero conocer en persona a los directores del
departamento de calidad de algunas empresas comerciales de productos
alimenticios. A ellos seguro que se los dan a probar servido en vajilla de lujo
y sin lata ¿verdad?
Me perdí siguiendo indicaciones
Capítulo aparte necesitaría el tema de los itinerarios. Los
empleados de carreteras del estado cumplen órdenes, imagino. Les dicen coloca
este cartel aquí y ellos van, lo colocan, se comen el bocata y se largan.
Pero acaban de colocar un cartel que pone “casa rurual a 2 kms” o
“Cuenca a 20 kms” (justo a 200
metros de otro que indicaba que Cuenca estaba a
22 kms). Los kilómetros más cortos de la historia, añadiría, y existen unos
cuantos en nuestro país.
Lo mejor es, sin ánimo lucrativo ni comercial lo digo,
recurrir a los gps. Esos aparatitos que poníamos en el salpicadero del coche y
nos iban hablando con voz robótica todos compinchados con alguna cadena secreta
de restaurantes y áreas de servicio que, aunque te queden a 200 kms haciendo un
bonito y turístico rodeo, insisten en redirigir tu ruta si decides acortar
camino guiado por algo obsoleto llamado sentido común. Pero ahora todos
tenemos gps en nuestros teléfonos móviles. Han mejorado algo "la voz
femenina que te habla" aunque más que hablar, ordena. Bastante
desagradable la mayoría de ocasiones, bien parece que hayan contratado alguna
mujer procedente del ejército profesional ya jubilada para hacernos vagar por
esos caminos de dios sin ton ni son, que no sin tomtom.
Curiosidades del vivir... algo parecido a la famosa y tan
prolífica Ley de Murphy: ligar cuando menos arreglado vas, encontrarse con
un amigo cuando más prisa llevas, que el semáforo esté en rojo y tú llegues
tarde, que te pique la nariz con las manos manchadas, pasarse una hora buscando
aparcamiento para que después salgan 3 al mismo tiempo, que llueva cuando no
llevas paraguas, que salga el sol cuando te olvidas las gafas de sol, que se
presente tu madre en casa sin previo aviso justo el día que decides la
imperiosa necesidad de limpiar la leonera, agotar el agua caliente mientras te
enjabonas el pelo, que la cola de la cajera de al lado avance muuucho más
rápido que la tuya... esas pequeñas cosas que hacen interesante el día a día,
poniéndote a prueba una y otra vez.
La curiosidad del día es explicaros que he descubierto que
el tal Murphy existió realmente. Al parecer, el tío (si se me permite
la confianza) trabajaba con pruebas de cohetes sobre rieles (oficio extinguido
actualmente, no os hagáis ilusiones que os conozco). Ya empezando por ahí...
¿qué podemos esperar? El caso es que el asistente de Murphy montó unos arneses
mal y, como consecuencia, el experimento falló, obviamente. Murphy, que debía
estar algo enfadadillo (seguro que había intentado tirar su chicle en una
papelera 5 minutos antes), le echó toda la culpa a su poco hábil asistente
diciendo algo así como "si esa persona tiene una forma de cometer un
error, lo hará". Pero los amiguetes, entre risas y jocosos comentarios,
transformaron las palabras de Murphy en "si puede ocurrir, ocurrirá".
Y ocurrió. Su negatividad se convirtió en Ley, por los hijos de tus hijos y los
nietos de tus nietos, amén.
Así que, como siempre, la mejor respuesta: paciencia y
tolerancia... ¡ah! y mucha risa; éso que no falte.
Sed buenos pero, sobre todo, sed felices, y si no mascáis
chicles, mejor.