Este fin de semana he podido hacer una escapadita rural a
uno de esos lugares perdidos del mundo donde encontrarse con la naturaleza en
su estado más puro. Un lugar perdido para perderse:
Los nacimientos del Río Segura y del Río Mundo.
No es mi intención hacer una ruta profesional para
aventureros con datos de kilometraje y posibles rutas alternativas, sino
relataros mi experiencia por si en algún momento a alguien le apetece conocer
ese rincón desconocido.
Comenzamos nuestra visita comiendo (sí, rara forma de
empezar, lo reconozco) en el Hotel San Francisco de Santiago de la Espada (Jaén) donde hemos
comprobado que el cordero a la segureña es inigualable al resto de congéneres tanto
en sabor como en textura. Precio asequible del menú: unos diez euros por persona con
postre, café y bebida incluida (2 euros más si se consume el mencionado cordero autóctono).
Ahora ya sí, nos dirigimos al nacimiento del Segura, por la A-317 y pasando por el
Parque Natural de Sierra del Segura. Siguiendo las indicaciones llegamos a la
aldea de Fuente Segura donde nos encontramos con un nacimiento nada ostentoso
de tan ilustre río.
Apenas un pequeño lago en apariencia, nada hace intuir las
dimensiones que más tarde tomará el Segura. Aguas cristalinas, de un azul
turquesa precioso y una transparencia propia de aguas vírgenes, las aguas
nacientes del Segura son un espejo donde tu reflejo se confundirá con las
profundidades de la naturaleza.
Sin más que ver por allí, nos disponemos a ver el otro
nacimiento: el del Río Mundo.
Pasamos por Pontones, localidad a la que pertenece la aldea
antes mencionada de Fuente Segura, y que toma su nombre con toda probabilidad
de los numerosos puentes que unen calzadas con accesos a viviendas. Peculiar
cuanto menos.
Continuamos la ruta por Pontón Alto y tras muchos kilómetros
de bonitos paisajes de bosques y pinares, llegamos de nuevo a la civilización
de Siles.
Hemos de mencionar que nos hemos arrepentido de no llevar
una tienda de campaña y poder hacer las rutas paisajísticas con más calma a pie
y no en coche. La zona dispone de zonas de acampada libre y hubiera sido una
buena opción.
En fin, ya en Riopar buscamos el nacimiento del Río Mundo. Quedamos
encantados con las montañas acantiladas y sus numerosos chorros de agua cayendo
por doquier. La vegetación, las rocas, el sonido inconfundible del agua cayendo…
todo hace del entorno un lugar que enamora. Agotados por la subida, nos sentamos
en una roca y nos dejamos embaucar por la magia que nos rodea.
Comparto algunas fotos que espero ilustren mis palabras y os empujen a visitar mi nuevo descubrimiento.
Ahora ya puedo decir que he visto donde nace el Mundo.
¿Os animáis?
Por las fotos y la descripción un lugar maravilloso.
ResponderEliminarLo es, Julián.
Eliminar