jueves, 24 de octubre de 2013

Diario de una mosca común - 2ª parte

...Otro día más:
Hoy he hecho un gran descubrimiento. Posándome en el lomo de Dog soy capaz de atravesar las puertas antes de que se cierren.
Agarrada a su pelaje he llegado a un habitáculo totalmente diferente de la casa. Huele a comida me pose donde me pose. Definitivamente me quedaré una temporada en esta habitación.
Al día siguiente de otro día más:
Al borde de la congelación. Mañana os lo cuento.
Mañana (que ya es hoy):
Ayer quedé de nuevo atrapada. Una puerta se abrió y mi curiosidad tiró de mí hacia dentro (¡maldita!). Los alimentos parecían bailar frente a mis ojos. Mi trompeta degustativa hizo caso omiso de la baja temperatura y se lanzó directa a paladear media sandía que lucía jugosa.
Al rato, entre tajada de sandía y taco de queso me percaté de lo entumecidas que tenía las patas.

Al rato después mis patas no respondían.
Transcurrida una hora o algo así, me quedé acurrucada sobre la cubierta de yogurt desnatado. La tiritona había dejado mis alas más tiesas que la piel de aquel melón sin abrir. Todo a mi alrededor era gélidamente inapetente.
En algún momento alguien decidió comer yogurt. Por suerte para mí, también decidió no lamer la tapa del yogurt al que ya todo mi cuerpo se hallaba literalmente pegado.
Horas más tarde el calor de la basura fue devolviéndome la vida.
Dog volvió a por mí. Sobre su lomo dispuse mi nuevo traslado a otra estancia.
Un día más de tantos:
He encontrado un nuevo centro de diversión. Se llama ventilador.
Tantos días después:
Ayer estuve en serios aprietos intentando devolver la movilidad a mi tórax tras ser víctima de un brutal atropello. El ventilador es un arma peligrosa.
Anotación importante: volar siempre a su alrededor, nunca por delante.
Un día después de muchos:
Decidí darme un baño. Busqué un charco de agua sucia pero el suelo seguía impoluto. Había olvidado que esto no es el campo y que aquí no llueve bajo techo. Echando un vistazo a mi alrededor localicé dos recipientes trasparentes con líquido en su interior. Uno era transparente. Sin duda agua demasiado limpia. El otro contenía un líquido ligeramente amarronado y pensé que sería mejor opción.

Demasiado profundo. Error de cálculo. Resbalón y caída inevitable.

Continuará... ... ...

Para los que os perdísteis la 1ª parte, os dejo aquí abajo el enlace. Pinchad sobre la imagen de nuestra amiga... 


Y por cierto, si alguien se anima a ponerle nombre... ¡aún no tiene!


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