domingo, 27 de octubre de 2013

Diario de una mosca común - 3ª parte

El mundo da vueltas a mi alrededor. La flojera se ha adueñado de mis alas. Mis patas apenas responden tampoco. Sin poder moverme, hago lo que cualquier mosca en mi lugar haría: me quedo quieta.
A mi lado, otro recipiente me indica que el consumo de alcohol en menores está prohibido. Yo soy menor. Cuanto menos, pequeña. Debo haber cometido un delito. Aunque la cerveza me supo estupenda. Mañana beberé menos. Será suficiente con no caer dentro del recipiente.
Pegada al cristal, mis ojos ven por fin la luna. Ciertamente las horas en esta casa van a  ritmo distinto que en el campo. No han pasado días. Hoy aún es hoy. Volvemos pues al…
Día 9º:
Anochece ahí fuera pero aquí continúa habiendo luz. Demasiada luz. Debo dar un nuevo rumbo a mi vida o moriré por insomnio obligado. Nadie sabe lo difícil que es dormir con luz cuando tus ojos no tienen párpados.
Día 10º Hora primera:
Tengo un plan.
Día 10º Hora segunda:
Tenía un plan, pero no estoy segura.
Día 10º Hora tercera:
Definitivamente solo tengo un plan y ante la falta de nuevas proposiciones, voy a llevarlo a cabo. Mientras me aferro a los pelos de Dog escondiéndome del inquilino de esta casa, decido dejarme de esconder de los humanos y pasar a la acción. Si me hago pesada… lo mismo abren una ventana y me devuelven mi libertad.
Día 10º Hora cuarta:
Al inquilino no le gusta encontrarse una mosca en su desayuno.
Día 10º Hora cuarta, tras recobrar el conocimiento:
El inquilino tiene poca rapidez pero mucha habilidad con el trapo. Me ha dado tal empujón que a poco me espachurra contra el cristal. Sencillamente imperdonable. Me reafirmo en mi postura: a partir de este momento, paso a la acción.
Día 10º Algo después:
Jeje… me voy a hacer insoportable...
Día 10º Algo después que antes:
El inquilino tiene cosquillas en la nariz ¡Ya tengo pista de aterrizaje!

Día 10º Hora quinta:
Empiezo a tocarle las narices. Sus resoplidos indican nerviosismo a mi favor.
Día 10º Algunas horas después:
Los ojos son un punto de la fisonomía humana muy sensible. El medidor de nerviosismo se eleva hasta tal punto que el individuo se levanta enérgicamente de su sofá, abandonando incluso su reposo.
Esquivar los manotazos lanzados indiscriminadamente al aire se convierte en un buen sustituto de las colas de vaca. Podría decirse que es un deporte olímpico en el mundo de las moscas. Creo que debería dedicarme a esto de forma prolongada. Tiene su yo que sé que qué se yo…
Día 10º, algunos vuelos después:
Me estoy replanteando escapar. De momento, necesito un descanso.
Día 10º hacia el final del día:
Hoy ha sido un día muy intenso. Necesito algo maloliente para poder pensar con claridad.

Día 10º al anochecer:
Tengo sueño. Mañana me lo pienso.




Recordad que ésto es la 3ª parte del relato. Si queréis leer alguna de las dos anteriores, pinchad sobre los enlaces que aquí os dejo:

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