El mundo da
vueltas a mi alrededor. La flojera se ha adueñado de mis alas. Mis patas apenas
responden tampoco. Sin poder moverme, hago lo que cualquier mosca en mi lugar
haría: me quedo quieta.
A mi lado, otro
recipiente me indica que el consumo de alcohol en menores está prohibido. Yo
soy menor. Cuanto menos, pequeña. Debo haber cometido un delito. Aunque la
cerveza me supo estupenda. Mañana beberé menos. Será suficiente con no caer
dentro del recipiente.
Pegada al
cristal, mis ojos ven por fin la luna. Ciertamente las horas en esta casa van
a ritmo distinto que en el campo. No han
pasado días. Hoy aún es hoy. Volvemos pues al…
Día 9º:
Anochece ahí
fuera pero aquí continúa habiendo luz. Demasiada luz. Debo dar un nuevo rumbo a
mi vida o moriré por insomnio obligado. Nadie sabe lo difícil que es dormir con
luz cuando tus ojos no tienen párpados.
Día 10º Hora
primera:
Tengo un plan.
Día 10º Hora
segunda:
Tenía un plan,
pero no estoy segura.
Día 10º Hora
tercera:
Definitivamente
solo tengo un plan y ante la falta de nuevas proposiciones, voy a llevarlo a
cabo. Mientras me aferro a los pelos de Dog escondiéndome del inquilino de esta
casa, decido dejarme de esconder de los humanos y pasar a la acción. Si me hago
pesada… lo mismo abren una ventana y me devuelven mi libertad.
Día 10º Hora
cuarta:
Al inquilino no
le gusta encontrarse una mosca en su desayuno.
Día 10º Hora
cuarta, tras recobrar el conocimiento:
El inquilino
tiene poca rapidez pero mucha habilidad con el trapo. Me ha dado tal empujón
que a poco me espachurra contra el cristal. Sencillamente imperdonable. Me
reafirmo en mi postura: a partir de este momento, paso a la acción.
Día 10º Algo
después:
Jeje… me voy a
hacer insoportable...
Día 10º Algo
después que antes:
El inquilino
tiene cosquillas en la nariz ¡Ya tengo pista de aterrizaje!
Día 10º Hora
quinta:
Empiezo a
tocarle las narices. Sus resoplidos indican nerviosismo a mi favor.
Día 10º Algunas
horas después:
Los ojos son un
punto de la fisonomía humana muy sensible. El medidor de nerviosismo se eleva
hasta tal punto que el individuo se levanta enérgicamente de su sofá,
abandonando incluso su reposo.
Esquivar los
manotazos lanzados indiscriminadamente al aire se convierte en un buen sustituto
de las colas de vaca. Podría decirse que es un deporte olímpico en el mundo de
las moscas. Creo que debería dedicarme a esto de forma prolongada. Tiene su yo
que sé que qué se yo…
Día 10º, algunos
vuelos después:
Me estoy
replanteando escapar. De momento, necesito un descanso.
Hoy ha sido un
día muy intenso. Necesito algo maloliente para poder pensar con claridad.
Día 10º al
anochecer:
Tengo sueño.
Mañana me lo pienso.
Recordad que ésto es la 3ª parte del relato. Si queréis leer alguna de las dos anteriores, pinchad sobre los enlaces que aquí os dejo:
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