Hoy quiero compartir con vosotros otro de mis absurdos relatos. Mejor dicho: parte de él. Mi único objetivo: Arrancar una sonrisa en vuestros labios. Mi oscura ambición: que os guste.
Sinceramente,
echaba tanto de menos las boñigas de vaca que no me hubiera importado caer de
bruces en una y que mis patas quedaran inevitablemente pegadas a aquella masa
caliente y maloliente. Recapitulando…
Día 1º:
Nazco
Día 2º:
Algo no
funciona. No tengo cabeza pero puedo pensar.
Día 3º:
Encontré mi
cabeza. Ha aparecido de la nada. Lo que no sé es dónde estaba mi cerebro
pensante antes de tener cabeza.
Día 4º:
No me gusta lo
bien que huele por aquí alrededor.
Día 5º:
Odio como huele.
Me recuerda a algo que no recuerdo. Me marcho a vivir mi vida a otro sitio.
Día 6º:
Fuera del
granero las vacas juegan conmigo al pilla pilla. Su cola no es más rápida que
mis alas y jamás lo será. Sin embargo, es gracioso ver lo molestoso que al
animal le resulta nuestro simple contacto en su trasero.
Día 7º:
Encerrada. El
mundo se mueve mientras mis alas permanecen quietas. Aterrada miro a través de
la ventanilla.
Día 8º:
Esto no es el
granero. Tampoco hay campo. Ni vacas. Ni boñigas. Aquí todo huele a limpio.
Odiosamente admito, soy incapaz de escapar.
Mi octavo día de
vida fue el más terrible de todos al percatarme de mi secuestro y posterior
traslado a un piso de 60 m2
en pleno corazón de la ciudad, rodeado de vertiginosos edificios.
Día 10º:
Llevo dos
malditos días intentando encontrar una vía de escape a este encierro. Las
ventanas permanecen cerradas a todas horas. La puerta se abre muy de vez en
cuando pero por tan poco espacio de tiempo que ni Speedy González en su versión
volátil podría atravesarla sin morir en el intento.
Pros:
En cada
habitáculo existe un sol. Y es accesible volando.
Contras:
Lo llaman
bombillas y queman.
Pros:
En un rincón de
la casa existe basura.
Contras:
Se deshacen de
ella diariamente, así que, o te das prisa o pierdes turno en el convite.
Pros:
No tienen
matamoscas de los de zasss.
Contras:
Tienen sprays
que huelen horriblemente bien pero que me dan sueño. No los soporto. Ayer caí
en sueño profundo por tanto tiempo que no llegué a tiempo al banquete basuril.
Día 11º:
El resto de
moscas, congéneres civilizadas, son ya domésticas. Pretenden que siga un
horario de visitas a los huéspedes. Yo nací libre y pienso seguir volando así.
Día 12º:
Me niego a
seguir contando los días.
Otro día:
Hoy he vuelto a
sentirme ilusionada. Ha llegado Dog. Es lo más parecido a una vaca que podré
encontrar en la casa.
Sus excrementos
son exquisitamente parecidos a las boñigas de vaca. En seguida me he sentido un
poco más como en casa.
Continuará... ... ...
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